Clavos que dejan huellas
Un
padre entregó a su hijo un puñado de clavos, una tabla, un martillo y le dijo.
- Cada vez que tu conciencia te diga que
has hecho o dicho algo que está mal, pega un clavo en la tabla. Cuando hayas
terminado me dices.
A los pocos dÃas, el niño le llevó al
padre la tabla llena de clavos.
- Muy bien dijo el padre, le recibió el
martillo y se lo cambio por una tenaza diciendo:
- Ahora te propongo otra cosa. Cada vez
que estés seguro de haber procedido bien, arranca un clavo.
Esta vez, al niño le tomo menos tiempo
que el que habÃa llevado para pegar los clavos, el hijo volvió con la tabla
vacÃa.
- Los desclave todos papá, – exclamo con
mucha alegrÃa. El padre lo abrazó y le dijo emocionado:
- Me siento feliz al comprobar que en tan
corto tiempo has logrado compensar tu proceder anterior.
Pero si observas la tabla verás que cada clavo ha dejado su
huella. Recuérdalo. Tolstoi
Resulta importante tener
siempre presente la forma correcta en la que debemos comportarnos en nuestra
vida cotidiana. Es importante entender que al respetar y comprender a nuestro
prójimo, también lo estamos haciendo con nosotros mismos. Es posible que en
algún momento del dÃa, producto de la tensión, te comportes de una manera poco
adecuada. Recuerda que pedir perdón con sinceridad, demuestra la madurez de tu
espÃritu.
No debes de olvidarte que en una conversación, lo importante no
es tener la razón, sino compartir tu punto de vista. Has de recordar que cada
uno es responsable de sus actos y que muchas veces las personas necesitan
equivocarse para aprender.
Mi alma saluda a tu alma.
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